28 de Mayo de 2024
Ahora ya no tengo que imaginar cómo huele el bosque, sólo tengo que abrir la ventana. El verde lo cubre todo, también la lluvia. El olor del calor en Galicia me recuerda a mis veranos de infancia en San Paio. Las excursiones matutinas en bici con la pandilla (menos Axel, que tenía un miniquad y era el cabecilla del grupo). Ver el Grand Prix con la abila y mami en la tele de la cocina, al bajar las escaleras. Jugar al fútbol con Chivi, el mejor gato portero (aunque luego me arañase las piernas). Comer helados con la tía Marina, pescar con mi padre en O Penedo, recoger las verduras de O Lujar con el abilo, que me contase las historias de una infancia pobre en la que robaba fruta de los árboles y no podía imaginar que llegaría a ser futbolista profesional. Alberto llevándome a las piscinas de Samil (y quemándose la cabeza por estar mucho al sol). Mónica, María, Gonzalito y Miguel (y la "cueva miniada"). Comprar la merienda en Gumersindo. Las rosquillas de anís. Ya no queda casi