Los que respiran

Los que respiran

¿Nunca te has parado a pensar en cómo te ve la gente desde fuera? ¿Nunca has sentido curiosidad por saber qué primera impresión causas en las personas? Me resultaría sinceramente extraño que no lo hubieras hecho, puede que sea porque estas dos cuestiones rondan mi mente desde que tengo memoria y en algún momento de mi vida me acostumbré a ellas, a pesar de que, por mucho que lo intentara, nunca han sido respondidas.
Puede que os parezca algo más propio de un loco, pero desde que era pequeño desarrollé una curiosa afición; siempre me ha gustado sentarme tranquilamente en cualquier sitio de la ciudad y observar a las personas que pasan intentando imaginarme sus vidas; en mi mente he creado astronautas, cantantes, científicos, poetas,...imaginando cómo han sido sus años de vida, cuáles sus inquietudes, cómo eran de niños o qué sueños de infancia sin cumplir mantienen aún en secreto, como un tesoro... Y nunca he llegado a saber si había acertado con alguna de esas suposiciones, en verdad creo que es mejor así, el misterio es lo que le da vida.
Quizás te estés preguntando porqué te cuento todo esto, tranquilo, todo a su tiempo; no es necesario que sepas cada detalle de esta historia, el exceso de información y el compulsivo deseo de saberlo todo es en mi opinión aún peor que el completo desconocimiento, saber lo necesario y nada más, es lo correcto. Y lo único que necesitas saber es que voy a contarte la historia de alguien. Puede que le conozcas o que no le hayas visto en tu vida, puede que te lo hayas cruzado diariamente pero su presencia te pase tan desapercibida que nunca te hayas fijado en él; no sé si sabes de quien te hablo, es ese hombre que ha pasado por debajo de tu ventana miles de veces todos los días, pero hace un tiempo que no lo hace, a pesar de que formó parte de su rutina; pero algo ha cambiado, algo ha pasado.
Pero para que entiendas un poco mejor todo esto, y puedas conocer a la persona de la que te estoy hablando, vamos a empezar por el inicio de esta historia:

Él era un niño normal con una familia normal que vivía en una casa normal y tenía amigos normales. Y él, como todos los niños normales hasta lo que yo sé, se hizo mayor.
Como toda persona joven tenía sus sueños, sus esperanzas, sus ilusiones,...su corazón latía con fuerza y sus ojos brillaban ante la expectativa de toda una vida por delante.
Pero un día, como en todas las familias normales, empezaron los problemas. Los gritos y las peleas pasaron a ser algo habitual y el encerrarse a llorar en su cuarto empezó a formar parte de la rutina. Cada vez le apetecía menos hablar, sonreír o quedar con sus amigos normales, hasta que sin darse cuenta, todos esos amigos habían desaparecido.
Su vida se resumía en levantarse, desayunar, ir al colegio, llegar a casa, llorar y dormir. Así día tras día, semana tras semana, y sin decírselo a nadie transcurrieron los años. Hasta que uno de esos días de rutina, un día aparentemente normal, algo cambió. Ya no sentía pena, ni rabia, no sentía dolor, ni envidia, ni compasión, ni amor, ni siquiera le quedaba esperanza; no sentía nada, lo único que se parecía a un sentimiento y que era más bien una sensación, era el enorme vacío que notaba en su interior, un vacío que lo absorbía todo hasta llegar al punto de destruir la última lágrima que le quedaba por llorar.
La luz de sus ojos se apagó por completo y parecía que su corazón hubiera dejado de latir; y así se convirtió en gente, porque había dejado de ser persona, sólamente caminaba y respiraba, eso era lo único que le diferenciaba de los muertos.
Un día, sin sentir nada, se casó pero nunca tuvo hijos y pasó los años así, de su casa a una pequeña mesa de una pobre oficina y del trabajo a casa, acompañado por una mujer igual que él; no eran personas, eran sólo...dos que respiran.
Y sólamente apreciado en su cuerpo pasó el tiempo, hasta que un día, sin más, dejó de respirar.

No necesitas saber su nombre, porque aunque puesta en su contexto esta historia se repite día tras día, pero nadie parece darse cuenta.
Será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas, que cada vez hay menos que se dedican a vivir y más que simplemente existen, que sólamente respiran.
Me juré hace mucho que nunca iba a permitir que mi corazón dejara de latir mientras esté vivo, que nunca me iba a convertir en uno de los que respiran; y a pesar de ver sólamente oscuridad a mi alrededor, he hecho que mi propia luz me alumbre el camino a seguir.
Puede que esto no cambie nada, o puede que sí; si eres de los que viven espero que te de fuerzas para seguir viviendo, si eres de los que respiran...espero que no sea tarde para que tu corazón vuelva a latir.
Fdo: Un desconocido al que crees conocer.




Agnes Hightopp

Comentarios

  1. Creo que te equivocas... Nadie jamas ha vivido ni ha creido vivir, todo son ilusiones que genera tu cerebro. La gente se mueve, emite sonidos, crea, destruye, muere... pero nadie ha vive y nadie jamas vivira.

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