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Gris

Esto es algo que escribí hace dos años, cuando estaba en primero de la ESO, y que por suerte hoy he podido rescatar de entre mis montañas de papeles e historias perdidas. La idea de la historia me la dio una canción de mi tío, Nacho Goberna, que se titula El Gris ; espero que os guste: Gris Se sonrió a si mismo, feliz, sintiendo esa extraña melancolía de algo que nunca antes había visto, pero que no obstante sentía cerca de él, dentro de él. Con una charlatana mirada, formuló a sus padres la pregunta que llevaba todo el viaje pensando: "¿Cuándo llegamos?". Sus padres, indicándole con un leve movimiento de cabeza que mirara por la ventanilla le otorgaron algo mucho más valioso que solamente un paisaje increíble, le otorgaron un nuevo sentimiento. En cuanto supo que era el momento, el pequeño Gris abrió la puerta y se bajó velozmente del coche. Sin quererlo se acercó lentamente al acantilado donde, inexorablemente, las olas derrochaban sus caricias.  Sus ojos

Kayros

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El Kayros es un tiempo atemporal o eterno, un momento indeterminado en el cual algo importante nos sucede. Ese tiempo al que algunos intentan poner fechas es en realidad el tiempo de toda una vida; continuamente nos suceden cosas importantes, cosas que hacen que nuestros caminos tomen un rumbo diferente o que sigan por el mismo camino, continuamente tomamos decisiones o realizamos acciones, o conocemos personas que cambian la dirección de nuestra vida; pero está en nosotros el saber diferenciar cuáles de esas decisiones, cuáles de esas acciones o cuáles de esas personas son nuestro Kayros... Sé que en este mundo corrompido por valores como la ambición o el poder, que aunque positivos, llevados a tal extremo hacen de esta tierra un lugar impracticable, es muy difícil poder diferenciar entre los espejismos de las falsas amistades, o de lo que está bien o mal de las personas que realmente van a estar ahí, de las personas que serán nuestra luz. Por suerte, puede que la que otorg

Resolute

La mañana de aquel día se despertó con ansias de tormenta, las oscuras nubes cubrían el cielo hasta donde alcanzaba la vista y en la lejanía se podía averiguar el sonido de algunos truenos solitarios que se dirigían velozmente hacia allí. El olor a tierra mojada impregnaba cada centímetro de la pequeña estancia, y lo único a la vista que parecía aportar algo de luz a aquel oscuro aunque caluroso ambiente era el destello que desprendía la pequeña lamparilla situada encima del antiguo escritorio elaborado con la madera de un antiguo barco, un viejo regalo que, aunque bastante estropeado por el paso del tiempo y el uso de muchas manos, seguía teniendo un significado especial. Se sentó en el envejecido sillón de cuero del escritorio, apoyó los codos en la mesa, la cabeza entre sus manos e intentó concentrarse en los temas que le carcomían la cabeza. El fin de la guerra, la derrota de los japoneses, las vidas que se perderían si finalmente daba la orden de ejecución... En apenas unos

La torre y la rosa

Su luz dejando una estela va guiando en el camino a todo barco perdido en mitad de la marea. La rosa señala al norte donde rompen entre las rocas las fieras y grandes olas, y en mitad el pequeño bote. Atrapado en la tormenta, entre el embate de las olas va siguiendo trayectorias que cada ola nueva inventa. A popa el inmenso mar, a estribor y a babor la niebla, a proa la barrera de piedra que le impedía continuar. Pero un destello en cielo abierto que sobre las nubes guiaba llevó al barco que faenaba hasta tierra firme en puerto. ( Esto lo escribí hace un par de años en una libreta que encontré hace poco, habla sobre la torre de Hércules y la rosa de los vientos de A coruña) Agnes Hightopp

Microcuento "El loco"

Hace un tiempo, unas semanas antes de escribir "Diario de una mirada" para un concurso del colegio nos leyeron esto en clase, es asombroso como con tan pocas palabras puedes llegar tanto a la gente...simplemente maravilloso: EL LOCO Dejó atrás todo, y ahora hace esculturas extrañas que vende a turistas despistados, y aprende trucos de magia que jamás muestra a nadie. Cree tener cosas que contar, reflexiones nunca dichas, nunca escritas, pero nadie quiere oírlo, ni a él le gusta hablar con gente. Antes, cuando era contable, cada día se parecía a otro día, y soñaba con vivir así, pero sin latas de comida y sin frío. Ahora es libre, o algo parecido, y no tiene que explicarse ante nadie, y come cuando quiere y hace lo que quiere. Pero, incluso ahora, cada día es igual al anterior. Jordi Cebrián

Diario de una mirada

Diario de una mirada  He visto correr el tiempo y ante mí han pasado ciudades, puertos, mares, extraños lugares, curiosas personas...He visto cambiar la historia y con ella las costumbres de la gente; he oído mil lenguas diferentes y conocido innumerables culturas. Me han secuestrado, protegido y cuidado.  Desde hace un tiempo veo pasar cada día ante mí miles de personas de toda clase de etnias, colores y culturas. Se acercan a mí y se quedan mirándome a los ojos, casi parece que analizando mi rostro, e incluso a veces, mis manos y mi cuerpo. Mujeres, hombres, niños de todas las edades han pasado ante mí como hipnotizados, sosteniéndome la mirada enigmáticamente.A veces no puedo evitar esbozar una leve sonrisa ante la imagen de alguien un poco diferente, un poco particular... La mayoría de la gente simplemente se queda callada, en silencio, en ocasiones parece que aguantando la respiración, como si temieran alterar cualquier detalle de ese frágil instante. Mi color

A costa da morte

A Costa Da Morte Querido nieto: Se que quizás  sea demasiado tarde cuando leas esto, y lo más probable es que yo ya no esté aquí. Siento no haber podido estar ahí, para verte crecer, contarte historias y comportarme como un buen abuelo; pero por aquel entonces yo no sabía todo lo que he descubierto ahora. Te cuento esta historia con la esperanza de que me comprendas y no cometas los mismos errores que yo. Corría el año 1928; yo vivía con mi padre en el faro de Finisterre, en Galicia. El oficio familiar era el de farero y el siguió con la tradicción. He de reconocer que yo no tenía muchos amigos, pero fueron precisamente los momentos de soledad los que me llevaron a tomar la decisión que cambiaría mi vida. Mi padre me explicó, cuando ya era algo más mayor, que mi madre se había ido cuándo yo era muy pequeño, por causas que todavía, a día de hoy, desconozco. Me pasaba el día sentado en el acantilado, observando a los grandes bacaladeros y a los pequeños pesqueros llegar al