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Mostrando entradas de abril, 2014

Polvo de estrellas

Polvo de estrellas Y entonces, en este punto te detienes. Miras a tu alrededor y lo ves todo más claro que nunca. Y piensas en la infinidad de pequeñas acciones prácticamente imposibles, completamente improbables, que han tenido que suceder desde la creación del universo, para que estés, aquí, ahora, para que seas como eres, para que puedas pensar en todo esto. Y te preguntas a qué lugar van los recuerdos cuando son olvidados, a dónde las chispas de ilusión casi imperceptibles que se ven en los ojos de los hombres cuando estos, por un segundo, se tienen por nuevamente niños. Y entiendes todas aquellas frases recogidas en libros de poesía y de filosofía que intentan, vanamente, dar sentido a nuestra existencia. Y miras al cielo con los ojos cerrados, y trazas ondas con tu brazo extendido sobre el aire, y dejas que el viento acaricie tu rostro, trayendo consigo una oleada de momentos felices vividos, que pasan ante tí como una estrella fugaz, haciéndote sonreir una vez más. Y los ab

Estrellas

En aquel lugar no había mucho que hacer, y los niños pasaban la mayoría de las horas de los seis meses de invierno observando las estrellas. Ninguno sabía de donde venían, pero los mayores les habían contado que desde el inicio de los tiempos, todos los sueños rotos y las esperanzas perdidas de los hombres, escapaban de sus cuerpos y yacían en la oscura inmensidad del cielo, en forma de cenizas. Y que esas cenizas se juntaban y creaban pequeñas esferas. Y que cuando el sol salía por fin por el horizonte, dando luz y calor, las esferas estallaban en llamas, desvaneciéndose así todos los sueños rotos y todas las esperanzas perdidas, para dar paso a brillantes puntos de luz que, en ausencia del sol, guiaban a los hombres hacia nuevos sueños y nuevas esperanzas. No sabían si aquellas historias eran ciertas, pero era bonito pensarlo, y mirar hacia arriba, a los puntos de luz, y dejarse guiar de vez en cuando por los sueños. Agnes Hightopp