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Mostrando entradas de septiembre, 2016

Fugaces

Esta noche, sintiendo la hostilidad del mundo, la presión de éste, antojándoseme insuficiente el espacio bajo su cúpula...me refugié en la inmensidad del universo, en su benigna indiferencia. Y quise creer y creí en el embrujo de formularle deseos a las estrellas fugaces, de madrugada, observando el cielo nocturno, cuando el mundo duerme y calla; cuando la tenue luz de las farolas arropa las calles desnudas y vacías. Las cuales sin su resplandor, yacerían invisibles e inexistentes en la oscuridad de la noche. Las campanas dieron las 12, y antes de presenciar el cruel desvanecimiento de tal embriagador encantamiento, volví mi mirada al mundo. Esta vez, sin embargo, consciente de que sobre el techo que me retenía, el infinito manto de estrellas y vacío siempre me arroparía holgadamente, susurrándome al oído la hipnotizante nana de su imperturbable silencio. Agnes Hightopp

El abrazo del Otoño

Las gotas de lluvia repiqueteaban contra la ventana de la habitación con sonidos sutiles, secos e hipnóticos, sustituyendo al péndulo de un reloj inexistente...como si en la primera puesta de sol del noveno mes del año, reclamaran al Tiempo la esperada y merecida llegada de su dominio en los cielos; increpando a un sol cálido y brillante para que abandonara su trono estival de vivos colores a fin de preparar el aire ante la llegada de los grises y los ocres. Y con el abrazo de un viento fugazmente crispado el sol se dejó caer, levantando como si fuera un contrapeso el velo de la oscuridad que lo envolvió todo. Ésta arrastró de nuevo a las nubes a su espera, dejando atrás un cielo claro y despejado, como tantos otros que lo habían precedido. Pero el luminoso azul yacía sutilmente atenuado, al ser consciente ahora del férreo tic tac del universo, que acercaba la inevitable e inminente llegada del Otoño... Agnes Hightopp