Fugaces

Esta noche, sintiendo la hostilidad del mundo, la presión de éste, antojándoseme insuficiente el espacio bajo su cúpula...me refugié en la inmensidad del universo, en su benigna indiferencia.
Y quise creer y creí en el embrujo de formularle deseos a las estrellas fugaces, de madrugada, observando el cielo nocturno, cuando el mundo duerme y calla; cuando la tenue luz de las farolas arropa las calles desnudas y vacías. Las cuales sin su resplandor, yacerían invisibles e inexistentes en la oscuridad de la noche.
Las campanas dieron las 12, y antes de presenciar el cruel desvanecimiento de tal embriagador encantamiento, volví mi mirada al mundo. Esta vez, sin embargo, consciente de que sobre el techo que me retenía, el infinito manto de estrellas y vacío siempre me arroparía holgadamente, susurrándome al oído la hipnotizante nana de su imperturbable silencio.

Agnes Hightopp

Comentarios

Entradas populares de este blog

El abrazo del Otoño

La Maldición del Caballero Azul

Carta a un profesor de literatura sobre la poesía