Resolute

La mañana de aquel día se despertó con ansias de tormenta, las oscuras nubes cubrían el cielo hasta donde alcanzaba la vista y en la lejanía se podía averiguar el sonido de algunos truenos solitarios que se dirigían velozmente hacia allí. El olor a tierra mojada impregnaba cada centímetro de la pequeña estancia, y lo único a la vista que parecía aportar algo de luz a aquel oscuro aunque caluroso ambiente era el destello que desprendía la pequeña lamparilla situada encima del antiguo escritorio elaborado con la madera de un antiguo barco, un viejo regalo que, aunque bastante estropeado por el paso del tiempo y el uso de muchas manos, seguía teniendo un significado especial.
Se sentó en el envejecido sillón de cuero del escritorio, apoyó los codos en la mesa, la cabeza entre sus manos e intentó concentrarse en los temas que le carcomían la cabeza.
El fin de la guerra, la derrota de los japoneses, las vidas que se perderían si finalmente daba la orden de ejecución...
En apenas unos instantes sopesó todos los pros y los contras, todas las opciones, las consecuencias,...todo.
Pero al final, en un desesperado intento por acabar con todo aquello de una vez por todas, por pasar la página de aquel capítulo de la historia, dio la orden, esa orden que le perseguiría en su conciencia hasta el último de sus días, porque en lo más profundo de su ser, unos segundos después de apretar el botón rojo y dar la orden para llevar a cabo aquella masacre, pudo oír aquellos dos impactos en su mente y sintió que aquel atroz recuerdo perduraría para siempre.....en aquel momento estalló la tormenta.


(6 y 9 de agosto de 1945) Hiroshima, Nagasaki y la historia de un presidente de una gran nación que tomó una decisión que acabó con la vida de 220.000 personas, la mayoría de ellas no por el impacto, sino por la radiación.
El nombre de ese hombre quedará grabado en uno de los capítulos más negros de las memorias de este mundo: Harry S. Truman, el hombre que realizó el mayor atentado nuclear de la historia.


Agnes Hightopp

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