La historia de nuestra historia

La historia de nuestra historia

Y entonces, un día cualquiera de los 365 que acostumbra tener nuestro calendario, nacemos. Nadie recuerda ese día, nadie desea ser concebido, ser nacido, simplemente un día empiezas a existir.

No es que desde un momento empecemos a distinguir el bien del mal, creo que simplemente hasta ese punto desconocíamos que tal desdicha existía,

Crecemos y a base de golpes, llantos y normas estrictas y absurdas que odiamos, nos vamos convirtiendo, poco a poco, en lo que la sociedad en la que nos vemos envueltos, llama personas.

Nos enseñan a ser más agresivos, más competitivos, a conseguir lo que queremos sin importar qué o a quién nos llevemos por delante. Porque según ellos, según lo que a ellos les enseñaron, si no somos así la sociedad acabará con nosotros.

Empezamos con unos sueños que todos creemos completamente alcanzables, tenemos todo el tiempo del mundo...por lo menos hasta que somos conscientes de la muerte.
Somos criados en una sociedad que odiamos, para mantener y participar, sin opción a libertad alguna, de aquello que una vez tanto aborrecimos.
Programados para, inconscientemente, enseñar a las siguientes generaciones lo mismo que nos enseñaron  a nosotros, lo mismo que les enseñaron a ellos; sin plantearnos que las cosas se pueden cambiar. ¿Por qué? Pues porque todos esos sueños de infancia fueron intoxicados con una dosis letal de lo que ellos llamaron realidad.

Intentamos ser algo, alguien, hasta que somos conscientes de que nuestra única meta en la vida, es acabar siendo consumidos por esta.

Entendemos que dentro de cien años nadie recordará nuestro nombre; aceptamos el hecho de que acabaremos siendo un número en las estadísticas de población, un nombre a pie de página entre las defunciones de un periódico.

Y mientras, seguimos intentando luchar por aquello que nos acabará matando...intentando respirar cuando el oxígeno nos hace más viejos, intentando amar desesperadamente cuando el amor acaba por destruir nuestras esperanzas.
A la vez que observamos como meros espectadores, cómo el mundo que una vez consideramos nuestro se va destruyendo poco a poco, sin hacer nada para evitarlo, viendo cómo todo va cambiando y desgraciadamente todo parece seguir igual.

Pero...y esos pocos que nunca morirán, aquellos cuyos nombres la historia siempre recordará, cuyas historias nunca serán enterradas entre pilas de hojas en antiguos escritorios...¿Qué marca la diferencia?

Sólo tú puedes marcar la diferencia..




Agnes Hightopp

Comentarios

Entradas populares de este blog

El abrazo del Otoño

La Maldición del Caballero Azul

Carta a un profesor de literatura sobre la poesía