Fantasmas de las navidades futuras

El DLE define el miedo como la angustia provocada por un riesgo o daño, real o imaginario.

Desde nuestros primeros años de vida, los seres humanos somos perfectamente capaces de reconocer e identificar esta emoción o sentimiento, casi antes que cualquier otro. Y también desde que somos pequeños nos enfrentamos a la pregunta de "¿Tú a qué tienes miedo?". Habitualmente esa angustia es provocada por peligros o amenazas imaginarias...las arañas, los payasos, los globos, los fuegos artificiales...
Particularmente sólo un miedo me ha acompañado desde que recuerdo, el temor a la oscuridad en lugares cerrados...ya que abre la puerta a mi imaginación para llenar lo desconocido de toda clase de monstruos.
Durante 18 años esa ha sido mi misma respuesta a la misma pregunta...durante todo este tiempo he creído que no había nada que temiera más que eso. Y no ha sido hasta hace muy poco que he caído en la cuenta de un temor mucho mayor, creciente y palpitante, como un reloj de péndulo que a cada vaivén hace resonar más fuerte su mecanismo hasta tornarse ensordecedor. Las pistas estaban ahí desde hace tiempo, pero poco aficionada a los puzles no supe unir las piezas y alejarme del tablero.

El miedo a la muerte, el pavor al paso del tiempo, el pánico a perder a mis seres queridos, el temor a no ser trascendente...
Entonces como si de una contraseña secreta para accionar el mecanismo se tratase, una frase de una de mis películas favoritas sonó con enorme contundencia en mi cabeza: "Tu madre me dijo que ahora estábamos aquí para ser los fantasmas del futuro de nuestros hijos" (Interstellar).
Quién me iba a decir que después de tanto tiempo pensando en las razones equivocadas me daría cuenta de por qué tanta gente teme a los fantasmas...porque éstos son una amenaza real, mucho peor que cualquier monstruo imaginario.
Como bien dijeron en otra cinta, una idea es como un virus, se asienta y se expande.
Y así comprendí que en realidad mi mayor temor era, en el fondo, lo máximo a lo que cualquiera podía aspirar...un fantasma del futuro.
No vivimos más que para ser fantasmas del futuro atrapados en la memoria de aquellos que pudieron constatar nuestra existencia.
Todos los que tenemos alrededor, y que se irán antes que nosotros, no serán más que nuestros fantasmas de las navidades futuras. Y con la memoria como cárcel y un puñal invisible volverán repentinamente para hacer resentir nuestro corazón con dosis casi letales de nostalgia y añoranza; nostalgia de un pasado que no volverá y un presente sin la esperanza de un futuro que, con ellos, nunca será.

No quiero tener fantasmas, no quiero convertirme en uno de ellos...quiero vivir...y quiero vivir a aquellos que quiero, y querer sin miedo a echar de menos...
Así que a los fantasmas sólo me queda decirles con toda mi alma: "PAPARRUCHAS", yo voy a seguir viviendo.

Agnes Hightopp

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