Las armas de los hombres valientes

De pronto, entre el ruido de la pólvora y las trayectorias cruzadas y trazadas sin destino de balas perdidas y hombres aún más perdidos, se hizo un silencio atronador. El tiempo se detuvo y el aire se volvió denso y pesado.
Una ráfaga de viento heló sus corazones, que olvidaron por un momento cómo latir. Sus caminos con tendencias aparentemente caóticas les habían conducido a ambos hasta ese momento y ese lugar, sólo para descubrir que el destino les había atado a extremos opuestos del mismo hilo. No había otra salida, la única forma de continuar era hacia delante.


Alma frente a alma, miradas encontradas a través de los objetivos de sus armas enfrentadas. Ambos con el dedo en el gatillo. Sintiéndose por un momento en un duelo más propio de tiempo ha, cuando todavía había hombres valientes, cuando el honor era todo por lo que luchar...manteniéndose firmes sólo gracias al peso de la desesperada esperanza de ser más rápido que el oponente.


Y tras unos segundos eternos, cae el siguiente grano de arena. Un sonido seco seguido de un fogonazo corta el aire…
Demasiado tarde, demasiado tarde para el hombre de uniforme, esta vez el gatillo de la cámara fue más rápido que el del fusil.


Quizás aún queden hombres valientes.

Quizás el arma más poderosa siempre sea la verdad.






Agnes Hightopp


Comentarios

  1. Recién llego y te leo y me encuentro con este relato tan impactante como una bala en el pecho.
    Los hombres valientes no son los más violentos, son los más constantes en esa lucha diaria que todos mantenemos, para conseguir victorias sobre nosotros mismos y nuestras debilidades.
    Me quedo por aquí y estaré pendiente e tus escritos.
    Abrazos

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