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Los días grises son para enamorados y para románticos. Los primeros besan, los segundos lloran. Echo de menos desgastar las calles de la ciudad con las manos entrelazadas, pero desconozco aún de quién es la mano que busco, sin querer, a tientas cuando el frío llega hasta mi pecho.
Los primeros besan, los segundos lloran. Y mis labios ya solo conocen la humedad de mis lágrimas, saladas, que los cortan y que me hacen añorar el mar. 
El mar, otro amor esquivo. Me pregunto si por esa mano que anhelo estaría dispuesta a renunciar a la libertad de correr a contemplarlo. Me respondo que nada es negro o blanco. Me reprocho ser tan ilusa. Saboreo otra gota salada mientras escucho las gotas de fuera.


Agnes Hightopp

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